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VIDA NÓMADA



Virginia Garoz, para sus amigos conocida como "Vicky" es una trotamundos de corazón.


Nació en Madrid, pero muy temprano, sin tener todavía los 17 años, salió de casa para vivir su primera experiencia internacional. Su curiosidad y las circunstancias de la vida la han llevado a recorrerse el mundo desde entonces. En sus venas corre la pasión por los viajes. Ha visitado 96 países, es una entusiasta del "volver a empezar", de conocer gente allá donde va y de descubrir nuevos lugares.


El destino que abrió camino a esta vida tan aventurera fue Cornwall. Durante 6 meses, ella y su mejor amiga trabajaron en una residencia para ancianos en Inglaterra. "Mi madre dijo que ya que mi hermana vivía allí, a mí tampoco me iría mal la experiencia para mejorar mi inglés. Mi amiga y yo trabajamos y vivimos en la residencia, ganando sólo un "pocket money" que utilizábamos para escaparnos a Londres el fin de semana". Aquello fue todo un hallazgo que abrió el apetito viajero de Vicky.


Al año siguiente, nos cuenta, decidió probar suerte en Alemania. "Mi madre falleció. De pronto me vi sola en Madrid, mi hermana en Inglaterra, mi padre no estaba... Quería aprender alemán, sentía curiosidad por el país, así que comencé a escribir muchas cartas a diferentes agencias y ofertas de empleo, hasta que encontré mi lugar. Trabajé en otra residencia, pero esta vez para gente joven. Estudiantes que venían con familia e hij@s a cursar algún tipo de formación allí. Yo me dedicaba a cuidar de los niñ@s en una especie de aula Infantil. Me enamoré de Alemania, y aunque cambié de ubicación y residencia, seguí trabajando en lo mismo durante 3 años más"


Ella iba y venía a España en los veranos, con su Peugeot se cruzaba Europa sin ninguna pereza. Me la imagino con la alegría que la caracteriza y sin miedo ni duda alguna que se le asomara. "Me sentía libre en el extranjero. En aquellos años me comunicaba vía carta con mis amigos y familiares en Madrid. No tenía la nostalgia o necesidad de volver a casa; allí no había nadie. No echaba nada de menos."


Un día, en Alemania, conoció a una chica que se iba a "montar en un barco". La idea cortocircuitó los cables en la cabeza de Vicky "Yo me tengo que montar en ese barco" , y conociéndola, ¡vaya que sí lo conseguiría!


Aquel barco pertenecía a un grupo religioso cristiano, y se dedicaba a visitar diferentes países en el mundo con la voluntad de proporcionar ayuda donde se necesitara. La tripulación que lo componía procedía de muy diferentes nacionalidades, y su idioma vehicular era el inglés. Cada uno desempeñaba una función diferente "Yo tuve suerte", nos cuenta Vicky, "Me tocó en la unidad de programas. Como hablaba español y comenzamos viajando por países latinos, me utilizaban para todo tipo de eventos relacionados con la comunicación. Lo mismo iba a prisiones a hacer visitas a mujeres encarceladas, como a orfanatos, o hacíamos sketches de entretenimiento en residencias de mayores". Sintió a sus compañeros de viaje como su familia. Aunque a veces era duro despedirse de los que se iban porque el personal iba rotando,Vicky permanecía, un año tras otro, así hasta completar un trienio.


Y... ¿Qué le hizo bajar del barco? Guatemala.


"Desembarcamos en Guatemala y me fascinó. Visitamos una escuela, situada en medio de un basurero, que pertenecía a misioneros americanos. Me encantó y decidí que quería trabajar allí. Así que me puse en contacto con su directora, aceptó mi propuesta, y ella misma buscó una familia que me acogiera".

De nuevo, pasaron casi 3 años; esta vez viviendo con una familia guatemalteca de ascendencia asiática. Disfrutó de su gente, de su hospitalidad, de la humildad del trato y de todo lo que le enseñaron, hasta que un día se torció su experiencia cuando contrajo un virus intestinal. "La sanidad allí no es pública, el tratamiento que necesitaba era muy caro y decidí volver a España".


En aquel impasse, Vicky sólo esperaba curarse para poder volver a su Guatemala del alma. Pero de nuevo, la vida le volvió a sorprender: conoció al que hoy es su marido. El amor le hizo permanecer por más tiempo en España del que inicialmente se había planteado, estudió la carrera de magisterio y et voilà! descubrió el programa de Profesores Visitantes, la horma de su zapato.


En 2015, con su pareja, vivieron su primera temporada en EEUU en Manor, Austin. "Es muy gracioso porque la primera vez que solicité el programa no tenía ni idea, y apliqué para Colorado. Cuando me seleccionaron y vi que había nieve en las montañas, les dije que lo sentía, pero que me había equivocado de destino. Al año siguiente solicité Texas, y vinimos a parar a Manor (una población anexionada a Austin)". Su primera temporada fue tan especial, que no han dudado en volver. Actualmente se encuentran en el proceso de solicitar una extensión de visado que les posibilite alargar la estancia por unos cuantos años más.





En todo este tiempo aquí han seguido viajando y visitando. De hecho sólo les queda uno para completar los 50 estados que componen este país: North Dakota. "Dentro de EEUU, Utah es mi estado favorito, sus parques nacionales, sus colores, ¡son una pasada! Por el contrario, si tuviera que elegir uno de los que no me dijo nada sería Nebraska, se puede considerar un estado de paso. Alaska me sorprendió, volvería otra vez, veíamos ballenas constantemente desde el balcón de nuestro crucero. ¿Si tuviera que recomendar a alguien que viniera a vivir aquí? Sin duda le diría que hiciera roadtrips, viajes por carretera. Es alucinante la de posibilidades que tiene este país, sus parques nacionales... todo es fotografiable, ¡hasta una señal de tráfico!. Es como estar viviendo dentro de una película."



En el mundo, su destino favorito hasta ahora es Australia y la Polinesia francesa. "Estuvimos allí durante un mes, pero todo se queda corto, me hubiera gustado visitar más. Volveremos".


Es muy interesante hablar con Vicky, tiene miles de anécdotas que compartir, pero no sólo eso, su punto de vista sobre todas las migraciones que ha hecho es diferente y atípico. Si le preguntas por cómo se ha sentido con respecto a esos movimientos, si alguna vez ha echado de menos su país o extrañado a su gente y sus costumbres, lo tiene claro "Todo lo contrario. A mí la rutina me mata. Cuando paso un tiempo largo en España comienzo a agobiarme de ver las mismas personas, de frecuentar los mismos sitios... incluso me cambia el carácter, me llega hasta a deprimir. Necesito la adrenalina de conocer lugares y gente nueva.


En contraste con los últimos post que he publicado en este blog, para Vicky y personas como ella, viajar es un modo de vida, no una opción, es el aire que sus pulmones necesitan para poder seguir respirando. No renuncia a su identidad española, pero tiene que usar sus alas, que para eso se las concedieron un día... y ¡VOLAR ALTO!


Todas estas experiencias y sus ganas nos las transmite en el episodio de podcast cuyo link puedes encontrar aquí adjunto.




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