Cuando uno sale de su zona de confort se expone a que le pasen muchas cosas que ni pensaría posibles.
Si eres como yo, seguro que ante lo desconocido, te gustará fantasear con situaciones en las que puedes visualizarte en el futuro, aunque ni siquiera conozcas el escenario donde vas a vivir. Todo es producto de nuestra imaginación, pero a mí, personalmente, ese ejercicio de soñar realidades me encanta, es más, puedo sacrificar una noche de descanso por imaginar.
Sin embargo, a lo que voy a dedicar este artículo hoy es a todo lo contrario, os voy a relatar experiencias reales, parecen inventadas, pero son realidad pura.
Aunque ni en mis más “rocambolescos” sueños, podría haber ideado estas situaciones, como decíamos con mi amigo Alberto en uno de nuestros podcast (“Diferentes estados, diferentes historias”), una de las cosas que consigues cuando te vas a vivir al extranjero, casi sin esforzarte, es vivir lo inesperado en todo momento. Ahí van algunas.
Las Vegas, 1 de octubre de 2017. Llevaba un año viviendo en Austin, y decidí acoplarme a un viaje que mi vecino David había planificado en solitario a Las Vegas. El plan consistía en visitar el Grand Canyon desde allí, y el resto del fin de semana disfrutar de la ciudad de los casinos. La experiencia del Grand Canyon el primer día me dejó agotada, así que la segunda noche quería recuperar el tiempo perdido y beberme Las Vegas y su ambiente sin fin. Estuvimos dudando de si empezar la noche viendo un espectáculo en el “Mandalay Bay Hotel” del Cirque Du Soleil, pero al final se nos echó el tiempo encima y lo desestimamos; fuimos directamente a ver el espectáculo de luz y sonido de la fuente Bellagio. Después de eso, tocaba cenar, menú sano, una pizza… vamos aquí… cerquita, encontramos una pizzería con terraza en la calle y allí nos sentamos,de lujo oye. Acabábamos de cenar y estábamos pensando donde ir cuando…. una avalancha de personas entraron por ese callejón donde estábamos corriendo en masa y gritando “Run…Run!!”de repente las mesas volaron, y lo único que acerté a hacer fue pegarme contra la pared y observar a la gente correr, me quedé congelada, recuerdo tener pensamientos fugaces como” ya están los americanos…exagerando por todo; qué habrá pasado?? no tengo ni idea, pero yo no he hecho nada, así que no tengo de qué huir” perdida estaba en mis pensamientos cuando noté la mano de David agarrarme, había vuelto (porque en un principio, él sí salió corriendo, pero se dio cuenta de que se había dejado el móvil y al volver allí me vio, pasmada contra la pared y me agarró de la mano para sacarme de mi ensimismamiento) “Corre joder, qué haces aquí? correee!!!” y yo corría mientras le preguntaba “Pero, por qué, qué pasa!?” “Joder y yo que sé!!!!, pero tú corre, no ves a la gente correr!!?? Corrimos, durante mucho rato, yo llevaba plataformas y corrimos, no sentía los pies, mientras corríamos vi cosas que no podía explicarme, vi a una pareja discutiendo en la puerta de un Starbucks, el chico quería seguir corriendo, la chica quería refugiarse en Starbucks; vi padres tirando a sus hijos pequeños a los arbustos de la acera, “escóndete hijo mío, escóndete ahí”, yo flipaba en todos los colores del arco iris, entonces empecé a oír rumores… “Hay franco tiradores!” oí, “WTF!!??? dónde, mierda!” nos dirigimos a la puerta de un casino, (desde luego si había francotiradores lo menos seguro era exponerse en la calle), en nuestra maratón David y yo íbamos hablando y decidiendo mientras qué hacer “Nos metemos en un casino?, venga en este mismo” para sorpresa nuestra lo estaban desalojando, estaban desalojando todos los casinos de Las Vegas entero, salían cocineros, croupiers, gente de la limpieza, de seguridad, todos salían por las puertas de atrás de los casinos. Así que seguimos corriendo y nos salimos literalmente de la ciudad y llegamos a un descampado, en el que paramos. En la carretera no dejaban de pasar ambulancias, yo abrí la mano que la llevaba bien apretada y me la miré, joder… llevaba el pintalabios, al que me había agarrado como si fuera la vida. David se paró y miró el móvil, ya tenía mensajes de amigos y familia preguntándole qué tal estaba, habían visto que había habido un tiroteo en Las Vegas. 60 muertos, el tiroteo más sangriento de la historia de EEUU. Un chalado (porque no se le puede llamar de otra manera), se dedicó a pegar balazos a los asistentes de un concierto de música country, el motivo nunca se llegó a esclarecer totalmente. Estaba chalado y tenía acceso a armas, esa es la razón más clara para mí. Disparó desde el piso 32 del hotel “Mandalay Bay”, no digo más.
Experiencia que me dejó sin palabras, tanto que intento recordarla el menor número de veces posible.
Stuck in NY. 17 de diciembre de 2016. Qué ganas tenía de ver a mi familia. Era la primera vez en mi vida que había pasado más de 5 meses sin verlos. Por fin habían llegado las vacaciones de Navidad y me iba a España a pasar dos semanas. Mi compañera de piso y yo habíamos sacado los mismos vuelos, viajábamos por NY. Cuando facturamos nuestra maleta en Austin, nos avisaron, “Hay una ola de frío en New York, quizá el segundo vuelo se vea afectado por las nevadas”. Ahora con más experiencia a mis espaldas, sé lo que me estaban queriendo decir “tu segundo vuelo está cancelado” pero entonces, yo sólo veía el turrón y las ganas que tenía de abrazar a mis padres. Llegamos a NY, a las 9 de la noche: vuelo a Madrid cancelado. Caos en el aeropuerto de Newark. Una barbaridad de vuelos anulados y todos los susodichos pasajeros y maletas rondando por el lugar… un caos. Todo el mundo reclamando…,” Y ahora qué, dónde vamos? cuándo va a salir nuestro vuelo? qué hacemos?” Una pesadilla, colas interminables, reclamaciones… Cerraban algunos mostradores de atención al cliente donde había fila porque ya era muy tarde y veías a 200 personas corriendo al mostrador que estaba abierto… Las 2 de la mañana y ahí seguíamos… nada, desesperadas, yo miraba a las familias con niños pequeños y se me partía el alma, ahí estaban, llorando, con hambre… Al final nos nos atendieron; nuestro vuelo no se esperaba que saliera antes de las siguientes 24 horas, mejor buscar un hotel. Con el cansancio yo no sabía si entendía muy bien lo que la azafata me estaba diciendo,”Bajad a la planta de abajo, veréis que hay unas máquinas expendedoras donde podéis contratar un hotel con shuttle que os lleve desde aquí”, pero … “Qué dice ésta mujer? he entendido bien?” le pregunté a mi compañera. Bajamos las escaleras a la planta menos uno del aeropuerto y ahí había un hall lleno de maquinitas parecidas a las de sacar el billete de metro en Madrid, pero era para elegir un hotel cercano, ver si todavía había plaza y reservar habitación. Yo no sabía muy bien si me estaban timando, estaba soñando o qué narices era aquello, pero funcionó. A la media hora estábamos en un shuttle lleno de hindús, porque elegimos un hotel hindú, de camino a nuestro hotel. Mi tristeza…para qué contaros… pasamos allí 24 horas, y al final volamos a España, llegué destrozada, no había dormido bien ni siquiera en el hotel. A veces recuerdo aquello de las máquinas como si fuera un sueño, lo he intentado buscar y corroborar en internet si existe, pero no lo he encontrado. Os juro que fue real. Inexplicable. Por supuesto, la compañía aérea no corrió con los gastos adicionales porque no se responsabilizan de las inclemencias meteorológicas.
12 de marzo de 2017. Siniestro total. Tras muchas peripecias y encajes de bolillos mi primer coche propio aquí fue un Mazda de 2003. Lo compré muy barato, a un dealer mexicano, casi por desesperación porque era al único sitio al que podía acceder andando desde mi apartamento. La verdad que desde el principio noté que la dirección de aquel coche no estaba muy allá…pero mi inocencia y fe ciega en que a mí no me iba a pasar nada hicieron que siguiera para adelante con la adquisición y tenencia de ese auto. 6 meses después de comprarlo, llegó un fin de semana de esos en los que aquí llueve como si estuviéramos en un destino tropical, sin parar, fuerte, con ganas, lluvia limpia. A la salida de casa de un amigo, en la autovía, en un cambio de sentido, se había formado un lago de agua dulce; mi coche hizo aquaplaning y fue a parar al quitamiedos de lleno. Ahí se quedó clavado; y yo también. No pude mover el coche de nuevo, literalmente se había encajado en el quitamiedos y no había alma que lo moviese de allí; así que llamé a mi amigo. Me sorprendió la rapidez con la que la gente posteó mi accidente en “google maps”, porque cuando le fui a pasar mi ubicación para que viniera a buscarme, ya vi que estaba localizado. Mientras esperaba, debajo de la lluvia, encontré un papel en la guantera con un número de teléfono de una grúa. El dealer que me vendió el coche me dio ese contacto de un amigo suyo (posiblemente sabía que iba a necesitarlo en algún momento). Le llamé, me dijo que estaba a una hora del accidente pero que venía a buscarme. “ es la mejor opción”, me dijo mi amigo, con esta lluvia debe haber infinidad de accidentes, vete a saber si consigues que otro venga a buscarte. Ok, yo no sabía nada de nada así que lo que me dijera. Dejamos el coche allí, porque no era un lugar nada seguro para esperar y nos reiteramos en su coche a esperar un poco más adelante. De repente, me suena el móvil, la policía, “joder joder joder!!!!” Se habían personado en el lugar del accidente y me acusaban de abandono del lugar, mi amigo les explicó mientras yo veía caer la lluvia ajena a todo lo que aquello estaba suponiendo. Explicación dada y datos facilitados, mi amigo colgó el teléfono tranquilo diciéndome,”tranquila, no pasa nada” 40 minutos después recibimos la llamada del dueño de la grúa “Estoy aquí en el sitio del accidente, pero no veo a nadie ni a nada” ¿Cómo? ¿quéeeeee???, volvimos, y efectivamente, la grúa de la policía ya había retirado mi coche y la había llevado al depósito municipal. Mi gruero, que tenía un nombre así como Benedictino, bajo la lluvia y con su tinte capilar escurriendo por la cara(así tal como lo cuento, es curioso lo que la mente recuerda de estas situaciones, pero a este hombre se le escurría el tinte bajo la lluvia dejando chorretones marrones en ambas mejillas, y yo mientras contemplaba ese cuadro intentaba escucharle seriamente, intentando enfocar mi atención en mi coche, pero no podía dejar de flipar con el momento y de entretenerme viendo su tinte escurrir y pensando en la mala elección que aquel hombre había hecho con su tinte que se iba con los lavados). Finalmente, Benedictino, me ofreció llevarme al depósito municipal, pagar la fianza y llevarme el coche a su depósito, él no me iba a cobrar el día porque al final mi mecánico, era el dealer, su amigo de confianza, así que todo quedaba en casa. Así lo hicimos. Y, obviamente, me estafó. Una semana después de que Benedicto siguiera sin contestarme al teléfono, me puse en contacto con mi dealer; me dijo que si quería sacar el coche del garaje de su amigo tenía que pagar 750 dólares mínimo, y cada día la factura iba a seguir subiendo, podía ofrecerme un trato, si el amigo le llevaba a él el coche y se lo dejaba para él para la chatarra, sólo tenía que pagarle 500. Y él me lo compraba por 150. Así que al final, la broma de perder mi coche y quedarme sin nada sólo me salía por pagar 350 dólares. Eso, después de haber pagado sacarlo del depósito municipal también, claro.
La “broma” me costó un gran disgusto, huelga decir. Me creó sentimientos de muchísima impotencia y rabia; tanto que estuve un día con fiebre del malestar que todo me había producido. Sólo podía imaginarme, y de hecho se me cruzó por la cabeza, colarme en el garaje de aquel hombre de la grúa, ir con un martillo enorme y destrozar mi coche hasta que no quedara ni un sólo resquicio del mismo que pudieran utilizar. Obviamente, aquel plan no lo llevé a cabo. Uno, porque sabía que no tenía tanta fuerza física como para lograrlo y dos porque no quería meterme en más líos y terminar detenida en un departamento de la policía.
Mayo 2018. Concierto hip hop Austin downtown. Mi pareja tiene un amigo cantante de hip hop, bastante bueno. Una noche daba un concierto en un bar del centro aquí en Austin y, por supuesto, todos los amigos estaban invitados, ¡no nos lo íbamos a perder! La verdad es que yo no conocía a nadie que iba a asistir al concierto, pero eso nunca ha sido un problema para mí. “Long story short” como dicen aquí, hubo un momento de la noche en la que me vi en el centro de un círculo de gente, disfrutando del concierto y alguien me pasó un canuto. Yo nunca he fumado ni tomado ninguna droga, pero en aquel momento dije “joder, qué me va a pasar por una calada, dale que esto es cool” y le di exactamente una calada. Nada cambió. Seguí disfrutando del hip hop. A los 30/40 min de aquello nos sentamos en un lado del escenario y de repente “puuuufff”.....”mierda, he sentido durante un microsegundo que el cerebro se me apagaba como si fuera un ordenador” pensé yo, pero seguí sin darle la mayor importancia. 5 min. después… otra vez….”puuffff”....”joder” qué puta sensación!!!!! qué cojones es ésto!?” así que le dije a Joseph lo que acababa de experimentar y él, sin pensárselo dos veces me agarró del brazo y me sacó afuera del bar…. Yo, todavía sorprendida, no sabía lo que estaba pasando, pero me daba igual, tampoco estaba preocupada. Sí que me mosqueé cuando Joseph me dijo, “pide un uber”... Me acuerdo de mirar la pantalla de mi móvil y pensar “¿Y cómo narices se pide un uber?”, le miré y le rogué que lo pidiera él, pero a la vez sentí que me empezaban a fallar las piernas. Le dije a Joseph lo que sentía y volvió a agarrarme del brazo, pero esta vez dirigiéndome al aparcamiento andando, y ahí, a mí, se me apagó la luz. Me desmayé, pero no completamente, eso fue lo jodido, yo oía y sentía, pero no era capaz de abrir los ojos, moverme o articular palabra. Recuerdo a Joseph dándome cachetadas en la cara y llamándome, recuerdo a gente acercándose y preguntándonos si estábamos bien, pero yo no podía contestar, oía pero no podía reaccionar. Recuerdo incluso oír, “Laura, ¿quieres que pidamos una ambulancia y vamos al hospital?” y en aquel momento, que yo no podía contestar, recuerdo pensar “WTF??? se piensa este tío que estoy en estos momentos capaz de decidir y evaluar a si quiero ir al hospital o no?” No sé cuánto tiempo pasó, yo creo que fue como 40 minutos o una hora, pero mi pareja dice que sólo fue cosa de 15 minutos; de repente empecé a sentir. Llevaba unas sandalias y empecé a sentir que mis pies resbalaban dentro de las sandalias, me recorrió un sudor frío por todo el cuerpo como si me hubiera metido en una piscina, todo me resbalaba, hasta la ropa; y desperté. Joseph se levantó en un segundo, pidió un uber y de pronto me recuerdo camino a casa en el uber, como si nada hubiera pasado, pero flipando por la situación. No sé lo que pasó. Mi pareja estaba muy asustado, pero no por mi reacción, esto fue lo más flipante de todo. Él es americano, pero su aspecto es latino. Su mayor preocupación fue que la gente que se acercaba a nosotros en el aparcamiento pensara que él había abusado de mí o me había maltratado, sólo por su aspecto, porque parece latino, y aquí se hacen muchas suposiciones raciales. Flipando, me quedé flipando con todo lo que pasó aquel día.
No power in Texas, just a few days ago… 2 de febrero de 2023. Hace 2 años hubo una ola de frío impresionante en Texas que dejó a más de la mitad de la población sin electricidad durante casi una semana. Yo había oído ésto pero para aquel entonces estaba en España, durante la pandemia, y no me podía caber en la cabeza como en un país del primer mundo como es EEUU, una cosa así pudiera pasar. Bueno, el destino me trajo una sorpresa hace unos días y me lo puso en bandeja para hacérmelo creíble. El lunes 30 de enero, fuimos como siempre a trabajar, pero durante el día empezó a bajar la temperatura escandalosamente hasta menos dos grados y a llover aguanieve. El distrito canceló las clases para el martes, cosa que no es inusual aquí. Suele suceder todos los años al menos una vez. La humedad es muy alta y cuando hiela, las carreteras se convierten en auténticas pistas de hielo, así que para evitar accidentes de tráfico y otras situaciones derivadas se suele cancelar la actividad general del estado durante el temporal.
El martes lo pasamos en casa observando por la ventana como la congelación fuera se iba adueñando del ambiente, en especial en los árboles.
Cancelaron la escuela el miércoles. Cuando amanecimos ese día, la cosa se había puesto más seria, y casi sin darnos tiempo a pensar, a las 8,30 am se cortó el suministro de electricidad en nuestra urbanización, y con ello, se fue también la calefacción. Aproximadamente el 50% de los clientes de Austin sufrieron cortes eléctricos esos días; los motivos eran diversos, algunos debido a fallos eléctricos en el sistema(varios transformadores habían explotado la noche del lunes debido a la alta demanda), otros, como nos ocurrió a nosotros, se debió a que el hielo hizo que las ramas de los árboles cayeran sobre las líneas eléctricas, que aquí son todas exteriores y rompieron el tendido.
Los servicios de mantenimiento no podían llegar a atender a todos por el frío y el mal estado de las carreteras. El miércoles lo pasamos como pudimos, cuando nos íbamos a dormir aquel día la casa estaba a 13 grados… Yo esperaba que en cualquier momento volviera la luz, pero para sorpresa mía el jueves nos levantamos y seguíamos sin ella. En casa hacía ya mucho frío. Decidí irme al trabajo de mi pareja, ya que allí sí que había calefacción, a pasar las horas a ver si mientras tanto se arreglaba la cosa. Ni que decir que los colegios ya cerraron el resto de la semana. Aparte de la situación en general de los ciudadanos, también los edificios públicos se vieron afectados y sufrieron las mismas consecuencias. El patio de mi recreo se convirtió en una maraña de ramas y árboles caídos, y el aparcamiento estaba inundado debido a que una de las tuberías del agua había reventado. Llegaron las 5 pm del jueves y seguíamos en las mismas, así que como tenemos chimenea en casa (aunque nunca antes la habíamos utilizado), decidimos ir al supermercado a por leña e intentar calentar la casa haciendo fuego.
Podíamos haber ido a casa de unos amigos, concretamente de Alberto, que participó en uno de los episodios anteriores de este podcast y es protagonista de la anterior entrada de este blog, pero pensamos que no era “big deal” , seguro que nos calentaríamos con la chimenea, y total nos quedaban de 6pm a 9pm, echarnos a la cama y hasta el día siguiente. Además, yo seguía pensando que la luz iba a volver en cualquier momento. Llegamos al supermercado, ni un leño, todo vendido. Y la verdad, yo me quedé mirando a Joseph y le dije “acabamos de sortear miles de ramas y troncos en la carretera para poder llegar aquí, por qué no cogemos unos cuantos, los echamos al coche y probamos con eso? “ nos entró el alma “McGyver” y allá que fuimos. Llegamos a casa, Joseph se puso a cortar la leña con un hacha en el balcón, y con mucha insistencia y paciencia, conseguimos hacer fuego con papeles de cuadernos y las ramas mojadas de la calle, ¡en serio! lo conseguimos, pero la casa estaba a 7 grados y no subió más que un grado el tener la chimenea 3 horas encendida. De hecho, cuando se nos acabó la última rama de la calle estábamos cansados y ya no tenía sentido. Nos fuimos a dormir. Hasta el día siguiente. Afortunadamente, la mañana del viernes nos volvió la luz. Podemos darnos por suertudos porque hubo gente que hasta el lunes siguiente no tuvo electricidad. Fue una experiencia muy incómoda, la verdad. Externamente quizá no parezca muy intensa, pero es muy estresante. Quedarte sin electricidad, además de calefacción significa que no tienes frigorífico y toda la comida que allí tuvieras se va al garete (mis croquetas que había hecho el fin de semana anterior, gran pérdida), no tienes cocina, luego tampoco puedes calentarte nada para entrar en calor, suerte que nosotros teníamos un pequeño camping gas, no tienes luz, a partir de las 6 de la tarde estás a oscuras completamente, y no teníamos internet. Ni qué decir tiene que ya puedes olvidarte de cualquier opción de entretenimiento fácil a los que estás acostumbrado (ver tv, pelis, hacer este blog o el podcast, o simplemente divertirte navegando por internet), tienes que guardar la carga de tu móvil como “oro en paño” por si acaso ocurre otra emergencia, ya que tampoco puedes recargarlo. En fin, que 48 horas fueron suficientes para saber que estar sin electricidad hoy en día es una gran putada y más si estás relativamente aislado como pasó aquí porque no se podía conducir sin riesgo por las carreteras. Suficiente, ya no quiero volverlo a vivir. Soy una persona que valora mucho las comodidades con las que vivimos hoy en día y estoy agradecida por ello. Ya antes de suceder ésto, pero ahora muchísimo más. Lo que sigue sin entrar en mi cabeza, es que éste tipo de situación se dé, y no por única vez en la feroz potencia mundial que es Estados Unidos.
Por no enredarme más para que esta entrada de blog no se convierta en un artículo que torture a los que estáis leyendo, voy a parar aquí, con estas experiencias ya puede dar para un buen rato de entretenimiento. No descarto hacer un segundo capítulo “Lo que nunca imaginé 2”. Creo que tengo anécdotas para escribir una saga tipo “Juego de tronos” o algo así. Porque como decía al principio, cuando uno sale de su zona de confort, lo inimaginable siempre está por llegar.
コメント