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EL CABALLITO DE SAN FERNANDO...

Updated: Oct 25, 2022

Vivir aquí me ha hecho darme cuenta de lo afortunados que somos en España en el tema del transporte público. Diariamente echo mucho de menos un sistema de autobuses/tranvías urbanos que funcione bien y con frecuencias, o una red de autocares/tren que me pueda llevar de viaje a ciudades cercanas. Existir digamos que existe, pero nada comparable a lo que estamos acostumbrados. De hecho, en Austin en particular, por no existir, no hay ni taxis, ahora es todo Uber o similares.


Tener un coche es básico, si no tienes auto, no puedes vivir aquí cómodamente, punto. Y lo digo con conocimiento de causa, puesto que las circunstancias en su momento me llevaron a intentarlo.


Mi primer coche fue un Santa Fe, comprado en un ”dealer” de mediana calidad. El primer día al salir del concesionario, nos dejó tirados sin batería, así sucesivamente una semana seguida hasta que la cambiamos completamente. Mi segundo coche, un Mazda, comprado a un dealer de dudosa fiabilidad, tuve un accidente a los 3 meses de comprarlo, me quedé sin coche, pero con mi cuerpito intacto (al menos..!). El tercero, un Ford Focus, comprado a un español que se volvía a Madrid, ese fue mi niño mimado, estaba para la chatarra, pero me aguantó y me llevó a dónde le pedí hasta el último día que lo vendí. Mi cuarto y último coche hasta la fecha, un Hyndai Tucson, comprado en un dealer de alta calidad en Houston, el mejor de todos, así lo pagué, 13000$ de tercera mano. En los anteriores nunca gasté más de 3000. TIP, no te haga duelo gastarte en el coche, lo que no pagues al principio por escatimar, lo acabarás pagando en el taller en reparaciones.


De mi primer a mi segundo coche tardé un mes y medio en comprarlo, toda una odisea vivir así. Aquí se necesita ir en carro hasta a por el pan(“¡quién pudiera comprar ese pan que me estoy imaginando!” ).

Tenía la suerte de que por aquel entonces, trabajaba en una escuela andando a 15 min de mi casa. Además, en la puerta de mi condominio, había una parada de autobuses urbanos, y, ¡ casualidades de la vida! una de las 6 paradas de tranvía que hay en total en la ciudad. Así que, en mi inocencia de acabar de llegar a los EEUU, pensé que quizá podía arreglarme sin coche.


Por las mañanas a lo largo del recorrido que caminaba hacia mi escuela, paraban los compañeros de trabajo y familias de mis alumnos, me ofrecían llevarme en su coche al colegio. Al principio les insistía en que no, que yo quería andar, que a mí me gustaba ir así… me miraban con cara de extrañeza e intentaban cerciorarse de que lo decía en serio, “¡no es seguro! Ms.Albero! nadie anda por la calle!” me decían, fue entonces cuando comenzó a entrarme miedo. Es algo de lo que me he dado cuenta en EEUU precisamente, el miedo es contagioso.

El tema “ir al trabajo” estaba más o menos solucionado, pero y… ¿cuándo tenía que ir a comprar? Primero que ningún autobús me llevaba directamente al supermercado, eso significaba andar con todo el peso de la compra, al menos 20 min, desde el súper hasta la parada de casa. No era efectivo, mucho menos cómodo.





Otros aspectos en los que me encontré muy limitada fue salir por ahí o ir a hacer la colada, ya que entonces tenía que ir a una "washatería" pública a lavar mi ropa. Pero usé y confié en el transporte público. Yo, una abogada de las causas sociales, en pro de la no contaminación! lo intenté todo....


¿Qué pasó? No funcionó.


Los autobuses urbanos dejan bastante que desear, sus frecuencias están muy dilatadas en el tiempo, ya que los usa menos gente, y los usuarios son... interesantes. De día interesantes, de noche intimidatorios. Mucho homeless, gente a veces pasada/drogad,a o que no están en sus cabales es lo más corriente que yo me encontré en los horarios nocturnos. Lo malo es que no era sólo el trayecto, era también la espera en la parada, que como ya he dicho, no solían ser tiempos cortos.

Una tarde/noche cogí un autobús con la idea de hacer transbordo a un segundo para salir por ahí. Para mi sorpresa en un determinado momento me quedé sola en el primer autobús, yo y el conductor, entonces él se dirigió a mí y me preguntó “Madam, where are you going?” Le conté mi plan de transbordo, me miró y me dijo “That's not safe, madam”, y para más asombro mío, me llevó con el autobús como si fuera un taxi a otra parada que él convenía más confiable, y esperó conmigo en el autobús hasta que vino la otra línea. Aquello marcó un antes y un después en mi modo de pensar respecto a mi negativa de comprarme automóvil.


El tranvía me encanta, pero está todavía en pañales, muy limitado, conecta unos sitios muy determinados y en la actualidad hasta la parada tengo que ir en coche. Cuando lo tenía en la puerta de casa sí que lo utilizaba, aunque sólo para ocasiones muy concretas en las que me cuadraba su recorrido. Por cierto, tengo que añadir a este tema que para el bus urbano he pasado la mitad de veces sin pagar porque los conductores me decían q no hacía falta, y en el tranvía me han regalado muchos viajes los "seguratas" porque a veces las máquinas de los tickets no funcionaban con cash. Un día una de las vigilantes me regaló su bono de 10 intacto, porque no tenía otra cosa que darme!


TIP, en una ciudad estadounidense como ésta, se necesita coche para vivir y gastarse dinero en el mismo, sino quieres pasar el día lamentando las reparaciones y desembolsos correspondientes en el mecánico.


En Austin he vivido muy buen rollo, vibes de ayuda, generosidad, gente anónima, desconocidos que me han echado una mano altruistamente en momentos de mucha tensión y agobio para mí. También he tenido otro tipo de experiencias, he vivido lo que yo llamo la ”hipocresía americana” en propias carnes y me he decepcionado.





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