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DATING

Updated: Jan 27, 2023


A veces miro hacia atrás en el tiempo y me parece increíble que ya hayan pasado 8 años desde que comencé mi aventura en Estados Unidos. Pero sí, así es.


Cuando llegué, estaba soltera y sin ninguna intención de comprometerme. Me daba pavor la idea de que pudiera establecer lazos con alguien aquí, y que ello me “obligara” a echar algún tipo de raíces en estas tierras tan lejanas.


Además tenía muchas otras cosas por las que preocuparme o en las que enfocar mis pensamientos antes de eso. Comenzar una vida nueva desde 0 conlleva mucho estrés. Pero poco a poco me fui relajando…


Nunca he utilizado las aplicaciones de citas, es más, sé que existen varias, pero si ahora me hicieran un concurso de “Un, dos, tres, responda otra vez”, sólo me vendría a la mente el nombre de una de ellas. No es que tenga una mala opinión o aversión a su uso, para nada. Simplemente, nunca me he visto en la tesitura de subscribirme a una. "¿¡Qué suerte he tenido!?" No sé, he conocido a mis ligues siempre “orgánicamente” , como dicen aquí.


Si que tengo buenos amig@s que me cuentan anécdotas de estas aplicaciones y como ha sido la experiencia con su uso en este país (de ello hablamos en el podcast con Jesús Pascal, al final de este artículo puedes encontrar el link al episodio).


Actualmente tengo pareja estable. Sí, americano. Sí, me ha condicionado un poco a seguir viviendo aquí en ciertas ocasiones. Sí, lo que me temía y evitaba, ocurrió. Hace 5 años. Voy a contaros como ocurrió, y así puedo ilustrar también un poco las opiniones generales que a mí me ha suscitado el tema de las citas en el mundo yankee. Y también, mi breve experiencia de soltería antes de encontrarme en el camino con el que hoy es mi compañero de vida, Joseph.


Primero me voy a atrever a enunciar una afirmación que puede ser un poco “osada”, aunque no me gustan este tipo de asunciones porque siempre todo es relativo, me voy a conceder por una vez el ser subjetiva. La sociedad norteamericaname resulta, en algunos sentidos, machista, y esto se nota mucho en el mundo de las citas. Creo que Europa, o al menos, España, les llevamos un poquito de ventaja en ésto. “No está mal, ¿no? ¡en algo les teníamos que ganar!”


Cuando me refiero al “toque machista”, hago alusión a detalles como que en una cita se asume que el hombre paga la cuenta, por ejemplo, que además, debe demostrar caballerosidad; abrir puertas, correr sillas, conducir, llevar a la chica a casa… e incluso la cosa va más allá; es totalmente esperable que se pregunte en los primeros momentos de una cita la profesión del caballero, y con ello se clasifique al susodicho según el posible salario que ingrese al mes; ¡en fin! una ranciedad para mi gusto. Todo viene dado por diferentes razones. En Estados Unidos, desde luego, mejor no cargarte con un compañero que no tenga solvencia económica, porque si ya a uno le cuesta sobrevivir, a dos, ¡ni te cuento!


A mí estas situaciones me descolocaban, no sabía si me incomodaban o directamente las rechazaba. Tuve dos o tres citas y relaciones “breves” con personas de diferentes nacionalidades, y tengo que reconocer que sólo tuve esa impresión, verdaderamente, con los americanos de cuna, eso es cierto.


A mi pareja actual, compañero de vida como me gusta describirle, le conocí en el trabajo, y eso no fue tarea fácil. Me explico. Como he descrito en otros post, la formalidad con la que se afronta el mundo laboral aquí tiene un matiz diferente al que estamos acostumbrados los españoles. Nadie te explicita que no puedas tener una relación amorosa con un compañero de trabajo, pero se sobreentiende una seriedad o respeto laboral implícita con la que tomarse las relaciones profesionales. Es decir, éstas no se deberían hacer extensibles a relaciones románticas. Vamos que te cuides de ligar en el curro, aquí a producir y lo demás fuera.


Empezaba mi segundo curso escolar en Austin(¡toda una veterana ya!), cuando vino a mi escuela a trabajar un tipo muy interesante. En una profesión, mayoritariamente conquistada por mujeres, llegó un Adonis; “¡Madre mía! qué hombre!”, “¡joder!, seguro que es un chuliperis!” Eso es lo que pensé yo en un primer momento, así que pasé de hablar con él y babear como el resto, "bastante creído se lo tenía que tener ya…”


6 meses después me encontraba en la tesitura de no saber si pedirle salir. Me interesaba, esa era la cuestión. No sabía si me gustaba o no, porque no le conocía realmente; era una persona enigmática, un chico tímido, que hablaba poco, serio, no se dejaba conocer fácilmente, y a mí, me intrigaba. Por lo poco que podía haber hablado con él sabía que le gustaban los deportes y la naturaleza, nada mal… estábamos en la misma sintonía, pero ahora…”¿¡qué hacía yo!?” En mi país no me lo hubiera ni planteado, antes del primer mes, le habría propuesto irnos a tomar una caña después de trabajar, y habría intentado conocerle mejor, pero aquí… era otra historia. Si le proponía ir a tomar una cerveza, eso ya era un “date”, con matices románticos o de ligoteo; además dejaría claras mis intenciones.

Por añadidura, me arriesgaba a que su respuesta fuera negativa, no por falta de ganas, sino porque precisamente éramos compañeros de trabajo, y aquí no está muy aceptado que se mezclen amor y trabajo…


Así que tardé, esperé y al final desesperé, y con la excusa más tonta que pude inventarme le invité a tomar una caña. Lo hice. Me lancé yo. La chica le pidió al chico una cita y él, le dijo que sí.

El tipo llegó tarde. Yo estaba en la barra de un bar ya tomándome un botellín cuando llegó un mensaje suyo diciéndome que su uber tardaba…, pero llegó, y pagamos a pachas, nada de machismo ni caballerosidad de la Edad Media por su parte. Nos tomamos muchas cervezas, y no dejamos de hablar en más de 9 horas. Y como yo había ido en coche, le llevé a su casa, y después me fui para la mía. Y al día siguiente yo le mandé un mensaje, para ver qué tal estaba y si quería repetir. Y así, hasta hoy, 5 años después seguimos tomando cañas a pachas y él sigue siendo el que más se tarda en arreglar cuando salimos, porque él es el que empieza más tarde !jaja!


Por eso, que las generalizaciones no existen, ni se debe confiar en los estereotipos. Puede ser que la sociedad tenga un sabor un poco más machista-rancio aquí, pero hay que saber buscar, y al final como en España y Honolulú, de todo hay en todas partes.


No obstante, lo dicho, para los que queréis saber más de citas y como funciona el mundo de las "dates" aquí para solteros, os regalo un podcast colaborativo con mi gran amigo Jesús. Os aseguro que disfrutaréis muchísimo de escuchar sus anécdotas, tips y experiencias.





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