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CUANDO DECIDÍ VOLAR

Updated: Dec 16, 2022

Mi nombre es Laura Albero. Este es mi quinto año en Austin, Texas. Durante todo este tiempo me han sucedido innumerables anécdotas, he vivido muy diferentes experiencias y sobre todo, me he creado una opinión propia sobre este país. Sigo en ello. Cada día que pasa, conozco más (o eso creo), sus matices culturales.


Vivir en el extranjero puede adjetivarse de muchas maneras. Para mí, la palabra que mejor se ajusta en su descripción esIMPREVISIBLE. Podía haberme imaginado muchos escenarios el día que cerré la puerta de mi apartamento en Zaragoza, y decidí embarcarme en esta aventura, pero nunca hubiera imaginado lo que ha resultado ser en realidad.


Salir de nuestra zona de confort es complicado. Si se tienen motores personales fuertes que impulsan es más fácil. En mi caso tenía un objetivo claro y mucha ilusión. Mi objetivo era llegar a ser bilingüe en inglés (¿en ello estoy todavía?), y mi ilusión era enorme; mi vida estudiantil pasó tan rápida que no me dio tiempo a hacer un Erasmus, se me había quedado un poco esa “espina clavada”. Así que, en noviembre de 2015, decidí dar el salto y solicitar el Programa de Profesores Visitantes en EEUU y Canadá para docentes (en la actualidad extendido también para Reino Unido y China) .


Durante los siguientes meses de selección, entrevistas y pruebas, hubo momentos para todo, miedo, dudas, estrés, incluso creí que en algún momento me iba a sobrepasar tanto la situación que me iba a echar atrás. Pero no, ¡no sucedió! Dicen que deseo y miedo son ambas caras de una misma moneda, y yo aunque literalmente estaba “cagada de miedo”, tenía unas ganas enorme de vivir esta experiencia.


Cuando llegó Junio y saqué el billete de avión, ya todo estaba decidido. Ya vería después cómo me enfrentaba a los siguientes pasos, la despedida, la preparación del viaje, encontrarme en un mundo nuevo en el que no conocía a nada ni a nadie…. Todo requería mucho esfuerzo y una gran disposición por mi parte; es verdad que a ratos la tenía, pero también es cierto que hubo momentos de cansancio , desesperación , ”rayada”... en los que me preguntaba “¿Quién me mandaría a mí?”

Tengo que decir que ésto no se pasa, creo que es más bien continuo cuando se vive fuera de casa, va con la experiencia, cuando las cosas no van bien o son "intensitas" siempre te preguntas "¿qué hago aquí?". 7 años después, aún vivo momentos de esos.


Los últimos días en España los recuerdo con agobio. Especialmente, el “momento maleta”. Si en una tarea como ésta, te pones trascendental (como yo tiendo a ponerme en estos casos…) empiezas a darle al coco "¿Qué meto en una maleta en la que debería de meter mi vida? , ¿qué necesitaré? , ¿qué es importante?, ¿qué será necesario? "

Ahora que han pasado los años y he hecho dos mudanzas de vida más, he llegado a la conclusión de que nada es imprescindible, salvo la documentación. Todo lo demás es extra. Simplificar a la hora de hacer un viaje así es lo más conveniente. Llevar algo para empezar, algo de ropa, dinero de los dos países, tarjetas de crédito, seguro de salud, medicamentos en caso de que sigas algún tratamiento, teléfono (con roaming para que puedas utilizar en tus inicios en el nuevo país) y poco más. TIP, lleva todo ésto contigo en el carry on, y si te cabe, también un cambio de ropa (muy útil en caso de que te pierdan la maleta que va en bodega). Todo lo demás, es secundario.


Me he dado cuenta de algo muy curioso después de estos últimos años. Las necesidades/gustos cambian con los lugares, igual que muchas otras cosas, por ejemplo, diría que el estilo de alimentación, la forma de entretenerte en tu tiempo de ocio, o incluso las enfermedades. Con lo cual, por mucho que planifiques, es difícil prever lo que realmente vas a necesitar en tu nuevo lugar de acogida.


¿Se puede estar seguro a la hora de dar un paso así, un cambio de vida tan radical?

Yo creo que no, lo "esperable" es no estar seguro 100% de lo que estás haciendo. Si de verdad tienes una vida sana, lo normal es tener el corazón partido. Así me sentía yo los últimos días antes de irme. Por un lado, me debatía entre la expectación de una nueva vida, un nuevo lugar, personas, trabajo, viajes, experiencias… Por otro lado, me dolía dejar atrás mi casa, mi enraizamiento, mi familia, mis amigos…. Irte de tu casa supone una renuncia, estaba renunciando a seguir el día a día de lo conocido, lo de siempre. Implicaba que había cosas que iba a perderme, cumpleaños, reuniones familiares, nacimientos, etc.

Es duro dar el paso, no es sencillo si no estás huyendo de nada.


Pero al final a cada uno la balanza se le inclina más hacia un lado. A mí fue por venir aquí.


El 16 de Julio de 2016 comencé mi vida en los Estados Unidos





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